15 de Enero. 10 de la mañana. Se levanto y tomo un poco de
café que había quedado del día anterior. Pequeñas ventajas de las vacaciones.
Levantarse tarde, sin depender del reloj que habitualmente manda. Escuchar los
pájaros que cantaban al borde de la ventana. Raro, nunca hay pájaros en mi
ventana, pensó. Asomo su cabeza por la ventana y pido verificar algo que no
pasaba habitualmente, la calle estaba desierta, luego pensó que en verano las
cosas suelen ser asi, ya que en Buenos Aires no queda nadie a esta altura del
año. Calles despobladas, escasos automóviles, poco ruido. La ciudad por este
corto periodo es de uno, pensó nuevamente y volvió a su pequeño desayuno
matinal. Se vistió con esa ropa que solo uno se pone en verano y salió a
comprar un par de cosas que había anotado en una pequeña lista que tenia pegada
en la heladera. Cerró la puerta y comenzó a caminar. De pronto, dejo de avanzar
de manera automática y pudo ver que la calle estaba vacía. Había algunos autos
estacionados, pero la calle estaba completamente vacía. Camino una cuadra, dos
y la calle seguía vacía. Una pequeña brisa revolvía algunos papeles de diarios
tirados sobre la vereda. ¿Dónde esta la gente? Observo por la avenida y no
circulaba ningún auto, ningún colectivo, ningún taxi. Podían verse las avenidas
y su punto de fuga allá a lo lejos, sin ser interferido por nada. Los negocios
estaban cerrados y los semáforos funcionaban normalmente sin sentido alguno.
Miro a su alrededor y solo lo envolvía el silencio. Pego uno, dos, tres gritos
pero nadie contesto, solo se escucho un pequeño eco de su voz, allá a lo lejos.
Volvió a su casa corriendo y prendió la televisión. Y rara fue su sorpresa
cuando vio que había señal en todos los canales, pero los estudios de
televisión estaban completamente desocupados. Incluso hasta los programas
extranjeros habían quedado con su ultimo subtitulo. Llamo por teléfono a sus
padres y atendió el contestador. Llamo desde su celular a sus amigos y nadie
contestaba. De pronto un sonido agudo rompió los vidrios de las ventanas y
atravesó su cabeza. El sonido desde un lugar extraño. Era algo similar a una
sirena, pero mucho más fuerte. Abrió la puerta como pudo, tapándose los oídos
con sus dos manos y de pronto apareció frente a el un aparato gigante dorado
con números en la frente. Lo observo durante unos segundos y de manera violenta
una soga lo tomo del cuello y lo tiro de espaldas contra el piso. Cerró los
ojos y todo el cielo se volvió oscuro. Pasaron un par de minutos cuando decidió
abrir un ojo. El sonido agudo seguía intacto, pero ahora sonaba de manera
intermitente. Una línea delgada gris le dio la bienvenida. Con su mano derecha
casi dormida tanteo el mueble y apago el despertador. 15 de Enero. Eran las 10
de la mañana. Se dio media vuelta y puedo ver el techo blanco, sin sombras,
solo con esas pequeñas manchas de humedad que ya conoce y que por pereza de
pintarlas siguen allí. Otro día más. Otro día. Cuando de pronto una sensación
de vació lo levanto de la cama violentamente. Miro por la ventana y la calle
estaba desierta. Un pájaro se poso sobre su ventana, raro, nunca hay pájaros en
mi ventana, pensó y de pronto algo le pareció familiar.
Si uno tuviera la capacidad de escribir todo lo que imagina o piensa, no habría libro posible, por lo menos para mí, ya que la mayoría de las veces mis escrituras son abstractas e inconexas, en resumen, son cuentos aburridos.
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miércoles, 9 de febrero de 2022
15 de enero
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