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viernes, 25 de febrero de 2022

Poco tiempo

Te escribo ahora, antes de que salga otra vez por esa puerta. Miro el reloj y son las cinco en punto. Te escribo sobre una hoja cualquiera, arrugada, medio amarilla, no importa. Tengo tantas cosas para decirte, que no creo que me alcance ni la hoja, ni los minutos que tengo. Me rio, porque pienso en el tiempo que manejo. No es un tiempo normal. A veces siento que los segundos se aceleran y que la vida se fue en un suspiro. Otras veces siento que los minutos son tan lentos, pero tan lentos, que parecen horas, días, incluso meses.

Te pido perdón, si muchas veces no puedo decirte las cosas. Se tienen que dar tantas coincidencias para que eso pase, pero bueno, no pierdo las esperanzas.

Tengo que irme. Tengo poco tiempo. Solo llego a escribirte esto: siempre voy a quererte, este donde este. No sé cuándo voy a volver.

                                                                       

¿Señor? Su esposa está aquí.

Hola. ¿Cómo estás? ¿Otra nota?

Parece que sí.

Hoy traje lapicera.

Los dejo. Ya les traigo la pastilla para el Alzheimer.

viernes, 11 de febrero de 2022

Cuento aburrido

En el campo de batalla, algunos caballos, tomaban agua y otros corrían por las desiertas verdes praderas, mientras algunos soldados dormían; otros jugaban a las cartas y otros simplemente conversaban. Amigos y enemigos, lo mismo daba. El mago estaba sentado sobre la piedra leyendo sus líneas por décima vez, la edad y la memoria siempre le jugaban una mala pasada. Nadie sabía que estaba ocurriendo. Simplemente, esa luz amarilla, que aparecía de repente iniciaba la acción. Todo era alegria. Luego, la oscuridad y el silencio. Y así como veinte veces. ¡Esto es una falta de respeto! ¡Somos best seller en el mundo! Para mí que se aburrió. ¡Cómo se va aburrir con semejante historia! ¿No leíste el libro? No, lo solo lo interpreto, me lo se de memoria. ¿En serio? ¿Y como vamos a terminar? ¿Vamos? Sos muy optimista. No me digas eso. Lo lamento. Pueden dejar de discutir, estoy repasando las líneas, dijo el mago, ya con rostro preocupado. ¿Todos los días lee lo mismo? Si. ¿Y después que hace? Se lo olvida. ¿Y después? Lo vuelve a leer, como ahora. De pronto, cae del cielo como una lluvia, pero no dé agua, como si fuera una mezcla de niebla y polvo. Algunos personajes desaparecen, otros vienen corriendo desde la lejana montaña blanca. El sol sale y se pone, sale y se pone. Todos gritan, mientras un llanto de bebé resuena en todo el lugar. Parece un terremoto. Nunca había pasado esto. Oscuridad y de pronto, silencio y la misma quietud de antes. ¿Que fue eso? Donde están los demás? ¿Usted quien es? Soy el rey de aquel lejano reino, no se que hago aquí. ¿Y ahora? Miles de personajes como yo y debo ser el único que no hace nada. "No nos toca a nosotros decidir que tiempo vivir, solo nos queda decidir que hacer con el tiempo que se nos ha dado" dijo que mago mirando a todos de reojo. No entiendo, dijo el soldado. Tranquilo, ya volverá a leer, solo hay que esperar, porque aquí no hay tiempo, pero allí afuera si.

miércoles, 9 de febrero de 2022

Destino

 

Y si... el destino es así, me dijo un amigo. A veces viene, a veces se va, y cuando tiene ganas, te deja tirado. Pero cuando vuelve, preparate, porque todo lo que tenías pensado te lo cambia en un abrir y cerrar de ojos. ¿Pero cómo? ¿Cuándo vuelve? ¿Cuándo se fue? le pregunte yo. Y si... la cosa es así, me respondió, un día crees que las cosas están bien, que nada va a cambiar, ni tus horarios, tus proyectos, pero cuando te acostumbraste a tu ritmo de vida, de pronto aparece de la nada y te lo cambia todo. Jodido el destino eh, jodido. Raro, porque es masculino, si fuera ¨la destino¨ te lo aceptaría, pero el destino es masculino y esto entre hombres no se hace. Se dió media vuelta y llamó al mozo. ¿Una copa más de vino puede ser? ¿Entre hombres? Pensé, y si, está bien, el destino es hombre, la muerte es mujer. ¿Pero que estoy pensando? Ya estoy casi al borde de la locura, como mi amigo, que se sentó en mi mesa sin pedirme permiso. De pronto su mirada se posó en mí. Me estaba observando. ¿Estaba hablando solo y no estaba pensando? ¿Me habrá escuchado? ¿Quién estaba más loco ahora? Volví a pensar, esta vez me aseguré de no abrir la boca. Silencio. De pronto, caí en la cuenta, de que su teoría era verdad. Porque hace dos meses estaba tranquilo y de pronto, todo mi mundo había cambiado. El destino se había ido, pensé, pero ¿adonde? A buscar nuevas cosas para vos, me contestó. Acá tiene su copa de vino, el señor va a tomar algo más, me preguntó el mozo casi retirándose. Si, otra copa igual, gracias. Mirálo de esta manera, me dijo, el destino puede cambiar, pero solo lo puede cambiar el destino mismo, vos no. Interesante, le conteste, me parece bien, no me gustaría tener semejante responsabilidad sobre mis actos, mira si me equivoco. No hay equivocación, el destino es simplemente eso, destino, no existen dos caminos como siempre nos hicieron creer, siempre hay uno solo, con curvas, subidas, bajadas, eso es verdad, pero siempre el camino es uno solo. Y al final del camino, siempre es la misma verdad. Y de pronto pensé en ella. En que ella era mi destino. No, me contesto el, casi gritándome, ella es solo un pasajero que te acompaña en tu trayecto, si llega al final mejor, y si no, seguirás, como siempre, solo, porque no sé si te diste cuenta de que se nace y muere solo. A mí me gustaría que llegue al final conmigo. Bueno, eso no depende de vos, me contestó. ¿Y de quien depende entonces? Dejó su copa de vino y me dijo seriamente: del destino. ¿Qué parte de esta conversación no entendiste?

15 de enero

15 de Enero. 10 de la mañana. Se levanto y tomo un poco de café que había quedado del día anterior. Pequeñas ventajas de las vacaciones. Levantarse tarde, sin depender del reloj que habitualmente manda. Escuchar los pájaros que cantaban al borde de la ventana. Raro, nunca hay pájaros en mi ventana, pensó. Asomo su cabeza por la ventana y pido verificar algo que no pasaba habitualmente, la calle estaba desierta, luego pensó que en verano las cosas suelen ser asi, ya que en Buenos Aires no queda nadie a esta altura del año. Calles despobladas, escasos automóviles, poco ruido. La ciudad por este corto periodo es de uno, pensó nuevamente y volvió a su pequeño desayuno matinal. Se vistió con esa ropa que solo uno se pone en verano y salió a comprar un par de cosas que había anotado en una pequeña lista que tenia pegada en la heladera. Cerró la puerta y comenzó a caminar. De pronto, dejo de avanzar de manera automática y pudo ver que la calle estaba vacía. Había algunos autos estacionados, pero la calle estaba completamente vacía. Camino una cuadra, dos y la calle seguía vacía. Una pequeña brisa revolvía algunos papeles de diarios tirados sobre la vereda. ¿Dónde esta la gente? Observo por la avenida y no circulaba ningún auto, ningún colectivo, ningún taxi. Podían verse las avenidas y su punto de fuga allá a lo lejos, sin ser interferido por nada. Los negocios estaban cerrados y los semáforos funcionaban normalmente sin sentido alguno. Miro a su alrededor y solo lo envolvía el silencio. Pego uno, dos, tres gritos pero nadie contesto, solo se escucho un pequeño eco de su voz, allá a lo lejos. Volvió a su casa corriendo y prendió la televisión. Y rara fue su sorpresa cuando vio que había señal en todos los canales, pero los estudios de televisión estaban completamente desocupados. Incluso hasta los programas extranjeros habían quedado con su ultimo subtitulo. Llamo por teléfono a sus padres y atendió el contestador. Llamo desde su celular a sus amigos y nadie contestaba. De pronto un sonido agudo rompió los vidrios de las ventanas y atravesó su cabeza. El sonido desde un lugar extraño. Era algo similar a una sirena, pero mucho más fuerte. Abrió la puerta como pudo, tapándose los oídos con sus dos manos y de pronto apareció frente a el un aparato gigante dorado con números en la frente. Lo observo durante unos segundos y de manera violenta una soga lo tomo del cuello y lo tiro de espaldas contra el piso. Cerró los ojos y todo el cielo se volvió oscuro. Pasaron un par de minutos cuando decidió abrir un ojo. El sonido agudo seguía intacto, pero ahora sonaba de manera intermitente. Una línea delgada gris le dio la bienvenida. Con su mano derecha casi dormida tanteo el mueble y apago el despertador. 15 de Enero. Eran las 10 de la mañana. Se dio media vuelta y puedo ver el techo blanco, sin sombras, solo con esas pequeñas manchas de humedad que ya conoce y que por pereza de pintarlas siguen allí. Otro día más. Otro día. Cuando de pronto una sensación de vació lo levanto de la cama violentamente. Miro por la ventana y la calle estaba desierta. Un pájaro se poso sobre su ventana, raro, nunca hay pájaros en mi ventana, pensó y de pronto algo le pareció familiar.

 


Cielo casi estrellado


Pateo la pelota tan alto, pero tan alto, que en su caída se trajo algo parecido a un tacho de luz. Si, como en aquella película, donde todo era una show, y de pronto cayo un tacho de luz desde el cielo. La pelota venia complicada y sin dudar pateo lejos. Fuerza siempre tuvo en su pierna derecha, pero nunca creyó que tenía tanta. Todos en la cancha quedaron atónitos al ver como la pelota blanca se alejaba hasta convertirse en un punto negro casi invisible y perderse en el cielo. La fuerza de la gravedad hizo el resto y con la pelota, como ya dijimos, vino el objeto. Primero cayó el tacho y de casualidad no le pego a nadie. Pararon el partido y todos se  quedaron atónitos en la mitad de la cancha, preguntándose de donde había venido aquel artefacto. De pronto cayo la pelota y le pego en la cabeza a uno de los jugadores, lo que causo la risa general. Uno de los jugadores, haciéndose visera con las manos, noto algo distinto en el cielo. En todo el paño celeste, había un cuadradito negro. Como si la parte de una pantalla no funcionara, bueno, así estaba el cielo. Los demás también levantaron la vista y vieron el mismo. Caía la tarde y a medida que el cielo se tornaba naranja, el recuadro seguía negro. Rompiste una parte del cielo, le dijeron algunos. Otros decían que era imposible romper el cielo de un pelotazo. Cayó la noche y el cielo oscuro combino con el recuadro negro. Acamparon allí. Esperaron hasta el amanecer, para verificar el daño ocasionado. Y efectivamente, el recuadro negro seguía allí. Hasta que uno dijo, rompe paga. Y el pensó, habrá que saldar cuentas con Dios entonces.   

lunes, 7 de febrero de 2022

Piso seis

 

Arquitecto desde que tenía uso de razón, quiso trascender en la historia del arte contemporáneo inventando algo que jamás se había visto: construir un edificio de catorce pisos, pero sin el sexto piso. Bueno, eso es fácil dijeron sus colegas, haga como aquellos edificios que no tienen piso trece, uno lo construye y luego los enumera sin tener en cuenta el piso que desea sacar, en el ascensor aparecería de la siguiente manera: Cuatro, cinco, siete y así sucesivamente hasta el piso que usted quiera, así es fácil, contesto el, lo que yo quiero, es hacer en la misma construcción, un gran agujero y que la parte de arriba con la de abajo no tengan conexión, solo el agujero ¿me entiende? claro que lo entiendo, esta bien, pero por lo menos tenga en cuenta que la estructura de arriba este sostenida por columnas a su costado ¿no? Así también es fácil, contestaba el nuevamente, lo que yo digo, es que el hueco abarque todo, o sea, que el verdadero sexto piso no exista. ¿Y como va a sostener todos los pisos siguientes? Le preguntaban un poco alterados ya sus colegas, con la imaginación, contesto, sí, pero con la imaginación no sostenemos nada, la imaginación se usa para crear, una vez creadas las cosas la imaginación queda a un lado y se construye sobre cosas concretas, un edificio es concreto, dijo de repente un arquitecto cansado ya de escuchar las ideas de nuestro amigo, usted se equivoca, le respondió, el piso seis, como los demás pisos pueden dejar de existir, si usted quisiera, seria como un edificio a la medida de cada día. De pronto se produjo un eterno silencio. Todos se miraban entre sí, hasta que una persona al final del salón pregunto tímidamente: ¿Cómo sería a la medida de cada día? Claro, si un día el edificio tiene que albergar cien personas, será para cien personas, si otro día el edificio espera por mil será para mil personas, no tiene limites de capacidad, el limite lo pone la cantidad de gente que vaya ese día ¿Me entiende? ¿Y como seria, se agranda, se achica? Eso no lo se. ¿Y para que el agujero en el piso seis entonces? Porque odio el número seis.

De pronto sonó el reloj, eran las dos de la tarde, buen horario para almorzar, dijeron los presentes, dejando en el recinto a nuestro amigo a la espera de una respuesta. Pasadas las cuatro, dos de los representantes de la junta le comunicaron la gran noticia: Lo felicito, tiene usted todos los fondos necesarios para llevar a cabo su proyecto, entregándole un cheque que decía: “0 dólares, use la imaginación”. Y el contento con los fondos obtenidos, abrió la puerta y salió corriendo se quitándose el chaleco de fuerza.

Sueño cumplido

 Y de pronto, casi sin pensarlo, llego a la edad de los 40 años. Todo parecía desmoronarse. Comenzó a quejarse sin sentido, porque cuando se llega a la cima, no queda otra que descender. Pero jamás imagino que sería así.

Al siguiente año, en vez de festejar 41 años, cumplió 39. Ese día se le había concedido aquel deseo que tanto había pedido. Cansado de trabajar y trabajar, y nunca tener tiempo para sus cosas, pidió entre gritos desaforados al cielo, volver el tiempo a atrás. Y su deseo, se cumplió.

Al año siguiente festejo sus 38. Estaba feliz, había vuelto a vivir. Esta vez las cosas no se le iban a escapar. Todo lo que no pudo hacer, todo lo que alguna vez quiso, esta vez podria tenerlas, pero con la experiencia de las cosas vividas.

Hasta que una fría noche de invierno, mientras dormía, un sueño le develo el misterio. Despertó violentamente y supo enseguida las cosas terribles que estaban por venir. Porque si en la vida, uno nunca sabe cuando acabaran las cosas, el ya lo sabia de antemano.

Su apariencia en vez de envejecer, se rejuveneció. Cumplidos sus 30, encontró en el espejo aquel rostro que solo existía en las viejas fotos olvidadas. Llego a los 20 perdiendo todas sus mañas y su experiencia, incluso tenía miedos adolescentes que ya había superado. De pronto se vio imposibilitado de manejar y de valerse por si mismo. Llego a los cuatro, y muchas cosas se le habían olvidado, no sabia escribir. Pero esta vez no había padres para contenerlo. Hasta que llego al primer año, sin saber hablar, solo gateando y balbuceando sonidos que nadie entendía. Y el mismo día de su nacimiento se fue, haciendo realidad aquel sueño que tanto quería.