Arquitecto desde que tenía
uso de razón, quiso trascender en la historia del arte contemporáneo inventando
algo que jamás se había visto: construir un edificio de catorce pisos, pero sin
el sexto piso. Bueno, eso es fácil dijeron sus colegas, haga como aquellos
edificios que no tienen piso trece, uno lo construye y luego los enumera sin
tener en cuenta el piso que desea sacar, en el ascensor aparecería de la
siguiente manera: Cuatro, cinco, siete y así sucesivamente hasta el piso que usted
quiera, así es fácil, contesto el, lo que yo quiero, es hacer en la misma construcción,
un gran agujero y que la parte de arriba con la de abajo no tengan conexión,
solo el agujero ¿me entiende? claro que lo entiendo, esta bien, pero por lo
menos tenga en cuenta que la estructura de arriba este sostenida por columnas a
su costado ¿no? Así también es fácil, contestaba el nuevamente, lo que yo digo,
es que el hueco abarque todo, o sea, que el verdadero sexto piso no exista. ¿Y
como va a sostener todos los pisos siguientes? Le preguntaban un poco alterados
ya sus colegas, con la imaginación, contesto, sí, pero con la imaginación no
sostenemos nada, la imaginación se usa para crear, una vez creadas las cosas la
imaginación queda a un lado y se construye sobre cosas concretas, un edificio
es concreto, dijo de repente un arquitecto cansado ya de escuchar las ideas de
nuestro amigo, usted se equivoca, le respondió, el piso seis, como los demás
pisos pueden dejar de existir, si usted quisiera, seria como un edificio a la
medida de cada día. De pronto se produjo un eterno silencio. Todos se miraban
entre sí, hasta que una persona al final del salón pregunto tímidamente: ¿Cómo sería
a la medida de cada día? Claro, si un día el edificio tiene que albergar cien
personas, será para cien personas, si otro día el edificio espera por mil será
para mil personas, no tiene limites de capacidad, el limite lo pone la cantidad
de gente que vaya ese día ¿Me entiende? ¿Y como seria, se agranda, se achica?
Eso no lo se. ¿Y para que el agujero en el piso seis entonces? Porque odio el número
seis.
De pronto sonó el reloj,
eran las dos de la tarde, buen horario para almorzar, dijeron los presentes,
dejando en el recinto a nuestro amigo a la espera de una respuesta. Pasadas las
cuatro, dos de los representantes de la junta le comunicaron la gran noticia:
Lo felicito, tiene usted todos los fondos necesarios para llevar a cabo su proyecto,
entregándole un cheque que decía: “0 dólares, use la imaginación”. Y el
contento con los fondos obtenidos, abrió la puerta y salió corriendo se quitándose
el chaleco de fuerza.
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